El sentido o los sentidos, sentidos y resignificados por la comunidad universitaria durante el carnaval de la UN.
Publicado en: Revista del Carnaval Universitario, Sóngoro Cozongo.
Sello Editorial: Dirección de Bienestar
Universitario. Área de Acompañamiento Integral. Programa Gestión de Proyectos.
Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá.
Publicado: Septiembre 2011.
ISSN: 2248-6895
El sentido o los sentidos, sentidos y
resignificados por la comunidad universitaria durante el carnaval de la UN
Nelson Cayer[1]
Pensar
en el sentido del carnaval dentro de la
universidad traslada la reflexión a distintos aspectos de la vida humana: entre otros temas,
están la inclusión, la alteridad, la tradición, la diversión, el sentido de
comunidad, el goce, los imaginarios, y el reconocimiento de los otros y las
otras a través de espacios festivos. Todos los anteriores son aspectos de la
vida de las poblaciones alrededor del mundo de suma importancia para el
fortalecimiento de procesos individuales y colectivos, y la construcción
autónoma de referentes comunes de identidad.
Al
hablar de los festivales de música, las fiestas populares y los carnavales de hoy
en Colombia, la primera reflexión que inquieta a quienes tienen interés en el
análisis de estos temas es el afán que existe actualmente en diferentes
sectores sociales del país (principalmente desde las élites) por la según Hobsbawm
(1983), invención de una tradición, desde
el folklorismo, situación que, en la mayoría de los casos, se constituye como un
supuesto referente común que no cuenta con la participación y consulta de los
deseos, los intereses, las realidades y prácticas artísticas y culturales de las
comunidades involucradas en este tipo de espacios festivos.
Esta
exclusión en la construcción y significación de los espacios festivos es lo que
podría ocurrir en la Universidad si no se realiza un esfuerzo por parte de la
comunidad universitaria para profundizar en la comprensión y el análisis de la
dinámica que ha retomado el proceso al que se ha llamado desde 2010 “Carnaval
universitario” o “Carnaval UN” en la Universidad Nacional de Colombia. Para la
reflexión planteada es necesario hacer distintas disertaciones.
La
primera atañe a si el sentido del
carnaval dentro de la Universidad es concebido con un único sentido
homogéneo. Si así fuera, sería un equívoco pues si algo se supone caracteriza a
la universidad contemporánea es la diversidad, siendo éste un elemento que le brinda
una particularidad enriquecedora. La diversidad ha permitido la confluencia de
diferentes corrientes de pensamiento, entre ellas, las que hoy proponen la
reinvención del carnaval dentro de la Universidad Nacional bajo el lema “Hacía
la Reinvención del Carnaval en la UN (que ha heredado en parte, la experiencia
del carnaval estudiantil de los años 20 y 30). Esta reinvención ha hecho posible
la apertura de un camino dirigido a la inclusión y visibilización de sectores sociales
que en la universidad han sido relegados a escenarios secundarios por el
contenido y posturas que expresan. Esta es una oportunidad para que la
universidad abra nuevos espacios para la difusión y manifestación de ideas que
enriquezcan aun más esta diversidad, que en la mayoría de los casos es
divergente y, por ende, ensombrecida u ocultada.
De
esta manera, concebir un solo sentido del carnaval es una falacia ya que,
aunque se encuentren puntos en común, cada sector social que confluye en el
carnaval al interior de “La Nacho” le da un sentido individual o colectivo
distinto. Lo que deben garantizar quienes coordinan las actividades para la
realización del carnaval es la inclusión de manera honesta y autónoma de todas
las formas posibles de expresión y sentido dentro de la U.
Otro
elemento es la puesta en escena de lo que se ha llamado el “Carnaval
Universitario”. Con esto es necesario remitirse a las formas como se
desenvuelve la mayor parte de los carnavales de Colombia, eventos en los que el
acento escénico está puesto en uno o varios desfiles, como en el caso de
carnavales como el de Negros y Blancos en Pasto, y el de Barranquilla en el que la organización que lo coordina ha
abierto el camino para que estos desfiles sean tomados como plataforma
comercial de las empresas de licor, telefonía, comestibles, etc., cuyo interés
no es otro que el negocio.
Cuando
se “inventa una tradición” desde las instancias del poder, esta se desdibuja,
tergiversa e invisibiliza, en muchos casos con el fin de lucro de las empresas
o los sectores políticos dominantes de la sociedad. El sentir y el sentido que
los sectores populares le han dado a su fiesta como protagonistas pronto deja
de ser aquello para lo que surgió. La situación en la que estos dos sectores se
encuentran crea un imaginario que no refleja lo que en realidad es, piensa y siente
la población, es la creación de una imagen conveniente para los intereses de
quienes esperan que otros y otras por miedo o ignorancia desfiguren la imagen
de los que desconocen y, por lo tanto, puedan ser exotizados ante turistas y
foráneos.
Bajo
este criterio se han proclamado los objetivos de algunas fiestas populares en
las que se aprovecha lo exótico como
bandera de lo comercializable en aras del turismo; de esta manera, al tercerizarse
la economía, la industria turística alrededor de los carnavales es símbolo
de progreso y desarrollo desde el
ideario capitalista. En términos históricos Mignolo (1992), afirma que, “la invención de América fue, de hecho, el primer paso en la invención de
las tradiciones no europeas que la modernidad debía ocuparse de sustituir por
la conversión, la civilización y, más adelante, el desarrollo” (p.8).
Al
centrar el carnaval en desfiles, se excluye al grueso de la población de los
lugares públicos más privilegiados durante la fiesta, como ocurre en Pasto y
Barranquilla en donde sus habitantes encuentran privatizadas las calles en las
que se instalan tribunas y palcos para que ciertos propios y turistas observen
cómodamente el desfile en el marco del carnaval por un alto costo económico,
espacios que a la luz de Colombia y el mundo parecerían supremamente
incluyentes, como el espacio público, son convertidos en sitios de exclusión
por los gobiernos locales y la empresa privada.
Martín
Barbero (1987), afirma:
Quizá
aquello a lo que apunta la afirmación de la unidad en la industria cultural se
hace más claro en el análisis de la segunda dimensión: la degradación de la
cultura en industria de la diversión. En ese punto Adorno y Horkheimer logran
acercar el análisis a la experiencia cotidiana y descubrir la relación profunda
que en el capitalismo articula los dispositivos del ocio a los del trabajo, y
la impostura que implica su proclamada separación (p.3).
Ahora
bien, hay que pensar en lo que no debería ser el carnaval en la U.N. en el
futuro. Tomando los ejemplos anteriores, y ya que se espera que este carnaval
sea repensado, recreado, resignificado y redimensionado mediante la escucha de
la mayor cantidad de voces para lograr la construcción autónoma de un espacio
altamente incluyente y significativo para la comunidad universitaria, la ciudad
y el país, se debe propender porque no se limite, en la medida que adquiere
relevancia en la universidad, a ser un desfile o evento en el que la empresa
privada o algún politiquero encuentren su lucro. Por el contrario, este
carnaval debe ser, año tras año, un espacio de participación, interacción,
creación, goce, diversión, juego, denuncia política, inclusión, construcción de
identidades, reconocimiento de otros y otras, así como uno al que poco a poco se
sumen más personas y organizaciones en torno a sus procesos de preparación y realización.
Aun más interesante, esta debe ser una situación en la que se trastoque la
cotidianidad de la universidad de manera solidaria.
Martín
Barbero y Ochoa (2005), declaran que:
No se trata sólo de asumir la pluralidad como eje
de la nación, desde la letra, como lo ha hecho Colombia desde la Constitución
de 1991. Se trata de transformar las estructuras para que la práctica de la
diversidad sea posible sin caer en la desfachatez de disfrazar viejas políticas
centralistas y patrimoniales con nuevas palabras como participación, diversidad
cultural, descentralización. Hay un desfase entre conceptualizar y asumir la
cultura como un campo crucial de transformación de la contemporaneidad y asumir
los necesarios cambios en la estructura de estamentos políticos y públicos
(p.114).
Por
lo tanto, debe comprenderse que el rol que la llamada modernidad le ha asignado
a la universidad compete, como expone Mignolo (2010), a la gestión y el control de subjetividades, y que, en esta medida, sectores del Estado y directivas podrían estar
interesadas en el control del carnaval para intereses individuales y mezquinos.
Con el fin de no permitir que esto ocurra, la comunidad debe participar
activamente.
Para
que el carnaval remezca la cotidianidad académica, a la comunidad universitaria,
a los habitantes de Bogotá e incluso a las comunidades de las otras sedes, es
necesario que por parte de las directivas exista el compromiso de permitir el
cese de las actividades ordinarias de manera oficial, respetando así la
autonomía de los individuos y colectivos participantes, posibilitando que el
grueso de los miembros de la Universidad puedan involucrarse y hacerse
protagonistas de este evento sin represión académica y/o laboral y, además,
brindar las posibilidades de apoyo económico a quienes trabajen por el carnaval
para que este pueda realizarse efectivamente.
Es
necesario, como plantea Tönnies (1973), construir sentido de comunidad basado
en la comprensión y no en el consenso. Es decir, que a través del encuentro, el
debate y la construcción de conocimiento se creen y recreen el sentido de
comunidad en la Universidad, alrededor de eventos como el carnaval.
Hay
una labor que se convierte en un reto a partir del 2010 para quienes impulsan
el carnaval, tarea que puede ayudar a fortalecer los diversos sentidos y
significados entre las diferentes personas que protagonizan esta fiesta, esto
es la educación y formación permanente de la mayor parte de la comunidad
universitaria en temas relacionados con carnaval
para construir escuela. Si esto no se hace de manera sistemática, no será
posible construir tradición de carnaval en la universidad sobre la base de
herramientas teóricas, conceptuales y prácticas que permitan afrontar decidida
y adecuadamente esta labor.
En
otras palabras, como lo ha planteado la UNESCO (2003), con respecto a las
políticas educativas en el mundo:
Toda política en materia de educación ha de poder responder a los
desafíos del pluralismo y permitir a cada persona encontrar su lugar en la
comunidad a la que pertenece en primer lugar y al mismo tiempo disponer de los
medios necesarios para abrirse a otras comunidades (p.6).
El anterior, podría pensarse, sería el papel óptimo
de un espacio para el aprendizaje del carnaval en la Universidad, sin embargo,
se debe decir que existe dualidad y ambigüedad en esta afirmación basada en el
pluralismo, la ciudadanía y el multiculturalismo, pues de otro lado la misma
entidad fomenta y realiza otro tipo de prácticas. Al respecto Yúdice (2002), afirma
que:
El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros Y
Comercio (GATT) y la Organización Mundial del Comercio (OMC)… han dado a la
esfera cultural un protagonismo mayor
que en cualquier otro momento de la historia de la modernidad. Cabría
aducir que la cultura se ha convertido simplemente en un pretexto para el
progreso sociopolítico y el crecimiento económico, pero aun si ese fuera el
caso, la proliferación de tales argumentos en los foros donde se discuten
proyectos tocantes a la cultura y al desarrollo locales, en la UNESCO, en el
Banco Mundial… han transformado lo que entendemos por el concepto de cultura y
lo que hacemos en su nombre (p.
23,24).
Estas prácticas coinciden con los procesos de
patrimonialización validados por la UNESCO que imprimen un sello de calidad al estilo empresarial a carnavales, fiestas
populares, festivales y diversas expresiones culturales alrededor del mundo.
En
conclusión, la escuela de carnaval en la U. debe aportar herramientas teóricas,
conceptuales, pedagógicas, didácticas, musicales, escénicas, de gestión y de
elaboración (de maquillaje, máscaras,
disfraces, carrozas, etc.) a investigadores, bailarines, artesanos, músicos,
constructores, gestores culturales, comunidad universitaria y habitantes de la
ciudad, es decir, a todas y todos los protagonistas de la fiesta. Tras cada versión
del carnaval se debe continuar discutiendo y repensando sentidos,
significantes, referentes e identidades del mismo para fortalecer y cualificar su
organización y protagonistas. Se debe recordar que los debates alrededor de lo
cultural, la fiesta, el arte, la danza y la música son una cantera inagotable
de nuevas discusiones y posibilidades de entender la existencia, las relaciones
con otros y el papel de los seres humanos en la sociedad.
Tal
razón obliga a resignificar el sentido del Carnaval en la UN, desde estudiantes
hasta trabajadores, pasando por egresados y docentes en pro de ver tal evento como
la posibilidad de encontrarse, verse, hablar, crear nuevas relaciones,
compartir y construir tejido social que, finalmente, redunda en el
reconocimiento de alteridades y respeto mutuo, el fortalecimiento y la adquisición
de nuevas y diversas identidades, la deconstrucción de discursos, prejuicios y
supuestos sobre otros, y la generación de referentes comunes en torno a la
creación de comunidad con las
características y connotaciones de las que se reviste el carnaval en la U.N.,
al ser el resultado de la mezcla de tradiciones culturales de diversas regiones
del país y el mundo con una concepción colectiva, profunda, propia, significativa
y solidaria de la fiesta en La Nacho.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Hobsbawm,
Eric. (1983). The Invention of Tradition. Edited by Hobsbawm, Eric and Ranger, Terence. New York: Cambridge
University Press.
Martín
Barbero, Jesús. (1987). Industria cultural: capitalismo y
legitimación. En: Martín
Barbero, Jesús. De los medios a las mediaciones.
Comunicación, cultura y hegemonía. Barcelona: Gustavo Gilli. Recuperado
el 6 de agosto de 2011 de http://www.infoamerica.org/documentos_pdf/martin_barbero2.pdf
Martín Barbero, Jesús; Ochoa Gautier, Ana María. (2005). Políticas de multiculturalidad y
desubicaciones de lo popular. En: Cultura, política y sociedad
Perspectivas latinoamericanas. Daniel Mato. Buenos
Aires: CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. ISBN:
987-1183-27-5. Recuperado
el 5 de agosto de 2011 de http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/grupos/mato/Barbero-OchoaGautier.rtf
Mignolo, Walter. (1992). On the Colonization of Amerindian
Languages and Memories: Renaissance Theories of Writing and the Discontinuity
of the Classical Tradition, Comparative Studies in Society and History,
vol. 34, núm. 2. Recuperado el 9 de agosto de 2011 de http://www.jstor.org
Mignolo, Walter. (2010). Colonialidad: La Cara Oculta De La Modernidad. Publicado en el marco del debate: Altermodernidad decolonialidad. Recuperado el 6 de agosto de 2011 de http://esferapublica.org/nfblog/?p=12423
Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura UNESCO. (2003). Superar la exclusión mediante
planteamientos integradores en la educación. Un desafío, una visión. Documento
conceptual. Recuperado el
4 de agosto de 2011 de http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001347/134785s.pdf
Tönnies, Ferdinand. (1973). Comunidade e
sociedade como entidades tipico-ideais. São Paulo. Recuperado el
12 de julio de 2011 de http://archivosociologico.files.wordpress.com/2010/09/comunidad-y-sociedad-ferdinand-tonnies.pdf
Yúdice, George. (2002). El Recurso de la
Cultura. Usos de la cultura en la era global. Barcelona: Editoral Gedisa S.A.
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